
VOX CONTRA VALLECAS: LA FALSA IDEA DE POLARIZACIÓN POLÍTICA
Según datos del Ayuntamiento de Madrid, la zona del Puente de Vallecas cuenta con uno de los mayores porcentajes de población extranjera de los distintos barrios de Madrid, con un 18’77% de población de otra nacionalidad a fecha de 1 de julio de 2020. Aun así, un partido que días antes había declarado su intención de deportar al ciudadano Serigne Mbayé (portavoz del Sindicato De Manteros de nacionalidad española) decidió iniciar su campaña para las próximas elecciones de la Comunidad de Madrid en el Puente de Vallecas.
La estrategia de VOX, diseñada al detalle, agrupa varios aspectos: la capacidad de atender a los miedos de la población española a partir de un discurso emocional, el uso de las redes sociales que recuerdan al trumpismo, el uso constante de mentiras y la capacidad para situar al opresor al lado del oprimido. La facilidad de VOX para atraer a ciertos sectores de la sociedad se explica a través de los sesgos cognitivos de los que hablaba Lee McIntyre: atendiendo al sesgo de confirmación, observamos que la posverdad utilizada por VOX en sus discursos y declaraciones pretende confirmar al público al que se dirige creencias ya instauradas en su mente que no habían podido explicarse anteriormente con datos contrastados.
En relación a la posverdad y a los discursos con pretensión emotiva, la ultraderecha es consciente del avance en derechos humanos y sociales al que estamos atendiendo en los últimos años, y son conocedores de que esto puede crear una sensación de indefensión para aquellos que disfrutaban de los privilegios a cambio de que otros carecieran de ellos.
El feminismo, como uno de los enemigos principales de VOX, se ha situado como una posición necesaria en todos los debates políticos, mejorando las condiciones de las mujeres en cuestiones laborales o de violencia; este progreso, no obstante, obtiene a su vez una reacción de los grupúsculos de derecha que siempre habían sido opuestos a estas formas de lucha de las mujeres. Así, VOX aúna en un partido toda postura reaccionaria contraria al avance de derechos, construyendo una imagen distorsionada de la sociedad en la que este progreso se habría convertido en hegemonía, y construyendo discursos en los que son las mujeres, siguiendo el caso expuesto, las que actualmente serían privilegiadas porque se estaría atendiendo a sus problemáticas particulares.
La “dictadura progre” a la que VOX ha hecho referencia en varias ocasiones, crea en la imagen del espectador la idea de que el progreso social se ha creado para oprimir a los que anteriormente eran privilegiados, y no para equipararlos; de esta manera, el “políticamente incorrecto” (aquel que expone sin vergüenza discursos machistas, homófobos o racistas) es el nuevo oprimido y, bajo esta nueva etiqueta, es también el nuevo antisistema.
La ideología dominante del sistema en el que vivimos, o hegemonía en términos gramscianos, tiene como contraparte la contrahegemonía o ideología antisistema. Si bien este discurso ha podido ser ocupado por la izquierda, podemos observar atisbos de las formas que tiene VOX de apropiarse de este argumento antisistema. Los nuevos oprimidos ya no son las mujeres que sufren violencia de género, son los hombres que reciben las denuncias falsas; los nuevos oprimidos no son los migrantes que sufren racismo, son los vecinos que supuestamente sufren violencia por parte de migrantes. Todo es posible dentro de la posverdad, pues continúan creando un falso discurso que busca el convencimiento de ideas que la población ya venía teniendo como forma de reacción al progreso antes mencionado.
Las luchas por la contrahegemonía dentro del sistema capitalista y la subsiguiente llamada “polarización” desde los medios de comunicación y la academia no son inocentes. La contrahegemonía ya no se centra en el problema económico ni es anticapitalista (ya que se ignora el capitalismo en el debate antisistema), sino que se centra en luchas identitarias y en la defensa del “nosotros”. Como afirma Zizek, “la política, en cierto modo, se despolitiza: la verdadera lucha política se transforma en una batalla cultural por el reconocimiento de identidades y por la tolerancia con las diferentes”.
La simbólica distinción entre “nosotros” y “ellos”, encontrándose en la práctica en explosiones de violencia directa como el enfrentamiento entre asistentes al mitin de VOX y manifestantes en Vallecas, elude e ignora inconscientemente la estructura del sistema, la violencia sistémica de la pobreza y la exclusión, observándose únicamente un estallido de violencia espontánea en la que es fácil la equiparación. Observa, de nuevo, Zizek que:
“la liberal equidistancia humanitaria puede fácilmente acabar deslizándose y coincidiendo con su contrario y tolerar, de hecho, la más feroz “limpieza étnica”. Dicho en pocas palabras: la persona de izquierdas no sólo viola el principio liberal de la neutralidad imparcial, sino que sostiene que semejante neutralidad no existe, que la imparcialidad del liberal está siempre sesgada de entrada” (Zizek,2015)
Si el problema entre la ultraderecha y la defensa de los derechos económicos y sociales es un problema de bandos, se equiparará el racismo con el antirracismo y el migrante, se equiparará la lucha feminista con la emancipación de la mujer y la violencia machista; más aún, se ignora la existencia de violencia estructural hacia “el otro” y el eurocentrismo y se evita hablar del patriarcado o nombrar al capitalismo.
El neoliberalismo, en su pretendidamente noble intención de crear lazos entre los extremos y diagnosticar el problema del auge de ideologías reaccionarias a la llamada “polarización”, forma parte de la idea de que lo que necesita nuestro mundo es tolerancia para todos los bandos. La mal llamada polarización, por tanto, podría ser descrita en la realidad, no como un problema de bandos, sino como una reacción contraria a aceptar la existencia misma de las personas que nunca han sido consideradas como tal; no es un problema de tolerancia o respeto, sino de asumir que la intolerancia bien dirigida es negativa. Los vallecanos no pueden ser equiparados a aquellos que defienden políticas abiertamente racistas y que se sitúan de parte de las élites económicas y la intolerancia mostrada en la protesta contra el mitin de VOX en la Plaza Roja de Vallecas no puede ser separada de la violencia estructural que sufre uno de los barrios más empobrecidos de Madrid.
Foto de Alberto Ortega / EuropaPress vía elindependiente.com