
MELILLA: UNA MASACRE BIEN RESUELTA
Han transcurrido tan solo algunos días del pasado viernes 24 de junio, cuando cerca de dos mil personas trataron de cruzar la valla de Melilla para llegar a territorio español desde Nador, en Marruecos. La respuesta por parte de la policía fronteriza marroquí y española, que controlan este límite fronterizo terrestre que separa a África de Europa, fue desproporcionada y absolutamente contraria a la garantía de los derechos humanos o al más mínimo atisbo de humanidad.
La masacre de Melilla ha supuesto la pérdida de un número indeterminado de vidas humanas, cuerpos que han sido enterrados sin nombre, sin autopsia, sin ninguna investigación que pueda esclarecer cómo se produjo su muerte. Se oculta la ausencia de socorro a los heridos en los hospitales, la deportación a una muerte probable en el desierto de los supervivientes, la participación activa de las fuerzas policiales en la provocación del salto. Se disfraza la autoorganización de los colectivos migrantes de abusos de supuestas mafias internacionales a pesar de que las propias personas alzan sus voces para explicar lo sucedido; no basta con la violencia, también hay que seguir invisibilizando los testimonios de los vivos y ensuciar la memoria de los muertos.
¿Atacar a personas indefensas que están colgando de una valla puede ser catalogado como un acto legítimo de defensa?
¿En serio vamos a llamar muertes o fallecimientos a estos asesinatos?
¿En serio es así como España y la Unión Europea defienden los Derechos Humanos?
¿En serio vamos a seguir llamando acuerdo de cooperación a un negocio mafioso (organizado, opaco, violento, lucrativo y abusivo) entre Estados, que no defienden la vida ni los derechos fundamentales de las personas?
¿En serio vamos a seguir validando ilógicas sociales como que un ucraniano tenga menos derechos que un vasco, pero más que un sudanés?
¿En serio las vidas negras nos importan?
¿En serio estamos siendo humanos al mirar para otro lado?
Esto es muy serio.