
REGULARIZAR LO INHUMANO
Con la publicación de Regularizar lo inhumano. Una aproximación crítica al centro de internamiento de extranjeros de Madrid desde el género y la salud, Mundo en Movimiento trata de desmontar la figura de los CIE desde un nuevo enfoque. Se trata del primer informe que analiza específicamente el cruce de estos dos ejes –el género y la salud- en el entorno de los CIE y aporta conclusiones que contribuyen a alimentar una mejor comprensión de la complejidad del fenómeno migratorio actual y a rechazar la legitimidad de las prácticas institucionales que favorecen y consolidan la existencia de estas cárceles racistas.
El informe, que se presentó el 20 de mayo en el espacio O Lumen, en Madrid, es el fruto de la investigación llevada a cabo por Mundo en Movimiento en colaboración con la Fundación Rosa Luxemburgo a partir del análisis teórico y de las visitas de acompañamiento a las personas internas en el centro de internamiento de extranjeros (CIE) de Aluche, Madrid, en el marco del proyecto Desmontando el enCIErro.
Regularizar lo inhumano ofrece una visión compleja de las realidades que el sistema capitalista, atravesado por el patriarcado, el racismo y la clase, produce en las vidas de las personas en movimiento. Se concentra en un momento específico del proceso deshumanizador que genera el dispositivo deportador —la privación de libertad— y en un lugar concreto —el CIE de Madrid—.
Si bien se muestran múltiples vulneraciones de derechos que sufren a diario las personas internas en este CIE, el informe profundiza en las cuestiones relacionadas con la ausencia de la aplicación de una perspectiva de género y con la deficiente protección del derecho a la salud. Para ello, comienza proponiendo una mirada crítica a la construcción de las personas extranjeras en las comunidades occidentales y al reflejo de esta comprensión en la configuración de las personas migrantes como sujetos de derechos en la sociedad española. Reflexiona sobre el género como construcción, ahondando en la importancia de la interseccionalidad; subraya la esencialidad de una interpretación amplia y actualizada del derecho a la salud; y estudia el fenómeno de la irregularidad administrativa como una realidad artificial fabricada e impuesta por un sistema establecido desde el privilegio y la opresión.
Continúa contextualizando las políticas migratorias europeas desde un enfoque interseccional basado en la defensa de los derechos humanos, a través del análisis del marco que plantea el Nuevo Pacto sobre Migración y Asilo de la Comisión Europea. El discurso institucional contrasta con hechos e información que demuestran que la verdadera intención de las estrategias para la regulación del fenómeno migratorio de la Unión Europea y sus Estados miembros, lejos de situar a las personas en el centro, responde a un planteamiento economicista de la sociedad, que está al servicio de intereses electorales y de la lucrativa industria del control migratorio.
El informe explica las disfunciones de la producción normativa en torno a los CIE, considera las particularidades que definen la parcialidad de la interpretación y de la aplicación de la legislación vigente y muestra las perversas consecuencias que ocasionan en las vidas de las personas internas y su entorno, con un especial énfasis en aquellas cuestiones relacionadas con el género y la salud.
Finalmente, examina el CIE de Aluche a partir de la observación llevada a cabo por la organización Mundo en Movimiento durante el acompañamiento a las personas internas en este centro en 2019 y 2020. Analiza el espacio incorporando una doble perspectiva de género y salud, cuestionando su adecuación a la legalidad y rechazando la legitimidad de su existencia. Explica el universo de actores que intervienen en este lugar de no derechos, aportando testimonios, experiencias y ejemplos prácticos que evidencian una ausencia deliberada de humanidad en un ecosistema caracterizado por la crueldad, la dejación de responsabilidades y la impunidad.
La radiografía del CIE de Aluche recoge voces como la de Afaf, una mujer de origen marroquí que relata una presunta agresión policial ocurrida en 2019 que jamás fue investigada: “A la Saida la pegaron una paliza, la llevaron en el avión, pero la pegaron una paliza, bien paliza, ¿eh? La ha pegado un hombre y una mujer, los dos. De la nada. La cogieron y la dijeron ‘tú tienes el avión y tienes billete, por eso has hecho esta fuga’ y toda la noche la dan golpes y fue a Marruecos hinchada, hinchada, hinchada. El hombre y la mujer muy malos. En la cabeza le pusieron un casco y le han dado toda la noche. Toda la noche le han dado”. Como la de Lucy, una mujer de origen colombiano que refleja la desconsideración hacia las necesidades de las mujeres internas “Por la noche si te manchas o si necesitas otra toalla [compresa] no te la dan, se ríen. Te hacen pasar vergüenza para pedir, pero si te manchas no tienes otra ropa. ¿Podrías traernos sujetador? Acá no nos dan nada”. O como la de Isabella, también de origen colombiano, que evidencia que esa desconsideración va más allá de cuestiones materiales: “Sabían que nos habían detenido en un piso, y así, cada vez que se refería a nosotras no era por nuestro nombre, ¡nos llamaban putas! […] Y otros días contaban al resto que las ONG que venían a ver a las putas ya habían llegado y que solo dejarían subir a la que reconociese que era puta”.
También se incluyen testimonios como el de Kheiria, una mujer de origen marroquí, que evidencian la desprotección de la salud de las personas en movimiento, dentro y fuera del CIE: “Tengo azúcar [diabetes], ya le expliqué a la señorita, pero me dijo que me ponía una dieta especial y alguna pastilla. Pero yo me pincho, necesito insulina. No me hizo analítica, ¿cómo sabe que vale con la pastilla? No, no, me van a matar, ya le digo que da igual, ¿qué hago? No puedo pesar mi comida, no sé qué lleva y no es tan diferente. Pero da igual, me moriré cuando me hayan deportado y no lo sabrá nadie. Cuando me deporten tampoco tendré dinero para pagar la insulina, ¿sabe lo difícil que es conseguirla en mi país?”.
Esta investigación corrobora que la morfología y el funcionamiento del CIE son la viva representación de una prisión que sirve a un sistema manifiestamente viciado y disfuncional en la garantía de los derechos de las personas internas.
Por ello, Mundo en Movimiento reivindica la necesidad de aplicar una perspectiva de género interseccional y de concebir la salud desvinculada del privilegio y exige el establecimiento real y eficaz de vías seguras entre los países de origen y destino y la regularización de las personas extranjeras que son nuestras vecinas, como elementos cruciales para el desarrollo de políticas migratorias que sitúen a las personas en el centro.
El esfuerzo y la dedicación que emplea el Estado para regularizar prácticas deshumanizantes tienen un coste de oportunidad real que la precaria justicia española no se puede permitir. Por eso, Mundo en Movimiento exige que las instituciones destinen esa energía, en primer lugar, a abandonar de una vez y para siempre este cruel experimento a todas luces fallido y carente de legitimidad que son los CIE, y, en segundo lugar, a la elaboración de un sistema que aborde la gestión del fenómeno migratorio poniendo en el centro a las personas migrantes, pues solo así se podrá avanzar en la construcción de una verdadera ciudadanía global.