
MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA
Advertencia: Contiene descripciones que pueden resultar inquietantes.
Durante más de dos mil años, muchas jóvenes de todo el mundo han sido objeto de una de las manifestaciones físicas más lesivas que ejercen la desigualdad y el control social sobre la sexualidad de la mujer: la Mutilación Genital Femenina.
La mutilación genital femenina (MGF), también conocida como circuncisión femenina, sunna, gudniin, halalayas, tahur, megrez y otros nombres, es el corte, extracción o costura de varias partes de los genitales femeninos externos por razones no médicas. El término “circuncisión femenina” se abandonó tras 1980, ya que implicaba falsamente que la circuncisión masculina y la femenina eran procedimientos similares o equivalentes. Es una práctica documentada en más de treinta países del mundo, especialmente en África, Oriente Medio y Asia. En este momento, hay más de 200 millones de niñas y mujeres a las que se les ha practicado alguna forma de mutilación genital femenina. Cada año, alrededor de 3 millones de mujeres jóvenes corren el riesgo de sufrir mutilaciones.
La Organización Mundial de la Salud ha emitido definiciones sobre los 4 tipos de MGF que ocurren actualmente:
Tipo I (Clitoridectomía)
- Eliminación parcial o total del clítoris (externo) y/o el prepucio.
Tipo II (Escisión)
- Extracción parcial o total del clítoris (externo) y los labios menores, con o sin escisión de los labios mayores.
Tipo III (Infibulación)
- Estrechamiento de la abertura vaginal con la creación de un sello mediante el corte y la recolocación de los labios menores y/o mayores, con o sin escisión del clítoris.
Tipo IV (otros procedimientos lesivos)
- Todos los demás procedimientos lesivos para los genitales femeninos con fines no médicos, como por ejemplo, punciones, perforaciones, incisiones, raspados y cauterizaciones.
Entre las prácticas de la MGF, el Tipo I y el Tipo II son los más comunes. Sin embargo, el Tipo III (infibulación) es más común en Somalia, Sudán y Djibouti. El Tipo III presenta un ritual complejo que se lleva a cabo durante la mayor parte de la vida de la mujer. Los genitales femeninos generalmente son operados por una mujer mayor o por un barbero, que suele emplear utensilios insalubres como cuchillos, navajas de afeitar, tijeras, fragmentos de vidrio, rocas afiladas o incluso las uñas. Estos objetos se usan en varias chicas diferentes antes de ser descartados. Durante este proceso, se sujeta a las niñas menores de 15 años con las piernas abiertas mientras son operadas sin anestesia ni ningún ungüento adormecedor. Después de coser los genitales, las niñas permanecen atadas por las piernas durante dos semanas seguidas para que las heridas sanen. Frecuentemente, el día antes de su boda, las cortan de nuevo para abrirlas y permitir las relaciones sexuales, y se realizan más cortes en los genitales para permitir el parto. Esto conlleva una vida de violencia y mutilación repetidas en su área más privada.
Según la Organización Mundial de la Salud, solo el 18% de las niñas sometidas a MGF fueron operadas por un profesional médico. La mayoría de las niñas que han sido sometidas a la mutilación genital femenina deben lidiar con las consecuencias físicas y mentales durante toda su vida, aunque se les haya practicado a una edad temprana y en condiciones de reducidísima elección personal. El procedimiento inmediato puede provocar la muerte por un sangrado severo o dar lugar a infecciones en los próximos días. Muchas mujeres sufren dificultad y dolor al orinar o durante la menstruación, un mayor riesgo de infecciones de la vejiga y VIH, relaciones sexuales dolorosas, complicaciones en el embarazo y el parto (como infertilidad, muerte fetal, muerte), incontinencia y otras dolencias. Los efectos psicológicos también son habituales y muestran una tendencia a la depresión, ansiedad, TEPT (debido a los procedimientos dolorosos), sentimientos de vergüenza o traición y falta de deseo sexual.
En muchas zonas, la mutilación genital femenina es vista como un rito de iniciación a la feminidad y se sustenta en fuertes creencias culturales que rodean la belleza, la pureza y el control de las mujeres. La estética de los genitales cortados o cosidos se considera preferible en las áreas que practican la MGF. En esas comunidades, las mujeres cuyos genitales no están cortados pueden sufrir exclusión social y considerarse una mala opción para el matrimonio. La mutilación genital femenina sigue siendo el estándar en las comunidades que valoran la virginidad y la castidad femenina, ya que se sabe que la mutilación reduce la libido de una mujer (empujando a las mujeres a resistir el sexo extramarital) y a menudo elimina su capacidad de tener un orgasmo o sentir placer sexual.
Además, el trauma doloroso de cortar y cerrar los genitales para el coito o el parto (Tipo III) actúa como un elemento disuasorio para el coito. Aunque algunos lugares que creen en la MGF citan razones religiosas, no se menciona específicamente en la Biblia o el Corán. La práctica de la mutilación genital femenina está altamente motivada por los líderes de la comunidad que la impulsan, así como por el estándar general de belleza, la elegibilidad para el matrimonio y el deseo inherente de controlar la sexualidad de las mujeres. Esta mutilación invasiva y violenta de lo femenino revela desigualdades de género que están profundamente arraigadas en la cultura de estas zonas, lo que ha causado que muchas fuentes externas en todo el mundo hayan demandado el fin de la MGF.
Actualmente, las Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud, UNFPA, UNICEF y muchas otras organizaciones están tratando de eliminar la práctica trabajando con gobiernos, activistas de derechos humanos y líderes comunitarios. Quienes corren peligro de ser sometidas a la mutilación genital femenina tienen un caso válido para solicitar asilo o refugio en otros países, debido a los elevados riesgos examinados por fuentes de renombre mundial. Varios países han prohibido la mutilación genital femenina por ley y reconocen que es una violación de los derechos humanos, en referencia a la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles,Inhumanos o Degradantes, la Convención sobre los Derechos del Niño, etc.
Legalmente, la MGF constituye persecución porque ha sido considerada una forma de tortura y una violación de los derechos humanos en muchas formas. Para calificar para el estatus de refugiada, debe haber pruebas suficientes de que la niña en cuestión teme ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, membresía o inclinación política. Las solicitudes de refugio basadas en MGF son rechazadas por varias razones -recordemos que cada caso de asilo es único-: puede deberse a problemas de credibilidad, a que la mujer tenga capacidad para reubicarse, a que los padres pueden proteger a sus hijas de ser mutiladas,… y así sucesivamente. (accede a más información desde aquí).
Bishara Sheikh Hamo, una mujer de la comunidad de Borana en Kenia, compartió su propia historia personal de MGF con BBC News. Con solo 11 años, Bishara había sido sometida a un doloroso procedimiento de mutilación genital femenina porque su abuela le había asegurado que era un “requisito para cada niña”, lo que las hacía “puras”.En la entrevista, Bishara relató sus “períodos irregulares, problemas de vejiga e infecciones recurrentes” surgidos a raíz de la operación. Otra mujer, Omnia Ibrahim, una blogger de Egipto, explica cómo la mutilación genital femenina arruina la forma en que una mujer se siente acerca de sí misma: “Eres un cubo de hielo. No sientes; no amas no tienes ganas “. Esta falta de deseo sexual es, en parte, física debido a la eliminación del clítoris y el trauma genital. También puede deberse a la vergüenza concentrada alrededor del cuerpo femenino natural, que causa angustia en la autoestima de una mujer sobre su cuerpo y ser.
La práctica de la mutilación genital femenina habla de la desenfrenada desigualdad de género y del deseo de controlar los cuerpos de las mujeres y despojarlas de su autonomía personal; debe erradicarse por completo para preservar el sustento de millones de mujeres en todo el mundo.
* La imagen del artículo fue tomada en una obra de Teatro del Oprimido sobre MGF en Sudán.