
LA LIBERTAD DE PRENSA EN FILIPINAS
“Solo porque seas periodista no significa que estés exento de ser asesinado, si eres un hijo de puta. La libertad de expresión no puede hacer nada por ti si has hecho algo malo”.
Estas violentas declaraciones fueron vertidas por Rodrigo Duterte, presidente de Filipinas, durante una conferencia de prensa que tuvo lugar poco antes de su investidura. Duterte, también conocido como “el castigador”, fue elegido presidente en junio de 2016 tras una agresiva campaña para eliminar de las calles a los señores de la droga al iniciar la sangrienta “guerra filipina contra la droga”. La severidad de sus políticas y un largo historial garantizando inmunidad a la policía y a los grupos de vigilancia han dado lugar a un fuerte aumento de las ejecuciones extrajudiciales de presuntos narcotraficantes, consumidores de drogas y de quienes denuncian públicamente sus acciones.
Estos asesinatos y desapariciones constituyen una grave amenaza a la libertad de prensa en el país. Los activistas en defensa de los derechos humanos, políticos y periodistas que se encuentran actualmente en Filipinas luchan para que se escuche su voz mientras el gobierno de Duterte trata de difundir noticias falsas e inundar de propaganda los medios de comunicación.
Apenas seis meses después de alcanzar la presidencia y arrancar su guerra contra la droga, se estima que se habían producido más de 5.300 muertes. Una de estas muertes corresponde al primer asesinato de un periodista que se conoce bajo el mandato de Duterte. Larry Que, escritor para el diario Catanduanes News Now, fue abatido a tiros por unos motociclistas armados antes cuando se disponía a entrar a la oficina situada en Virac en diciembre de 2019. Antes de su muerte, Larry Que había publicado un artículo en el que criticaba las actuaciones de la policía y las autoridades durante una importante redada antidroga. A pesar de las súplicas del Secretario general de la Unión de Periodistas de Filipinas para que la muerte de Que fuese investigada, la Oficina Nacional de Investigación aún no ha resuelto el asesinato del periodista y el caso se está descuidando a propósito.
Filipinas ocupa el puesto 136 de 180 países en el Índice Mundial de Libertad de Prensa de Reporteros sin Fronteras 2020, lo que refleja los esfuerzos del régimen de Duterte para silenciar e intimidar a los periodistas para que no escriban artículos que investiguen su historial de asesinatos extrajudiciales en la guerra contra las drogas, ejecuciones llevadas a cabo tanto por parte de la policía, como por grupos de vigilancia pro-Duterte, o directamente, por el propio presidente. En marzo de 2019, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos calculó que Duterte habría matado a unas 27.000 personas desde que comenzó la guerra contra la droga en 2016. Según las estadísticas del Comité para la Protección de los Periodistas, Filipinas siempre se ha mantenido en la parte superior del ranking, mostrándose como uno de los países más mortíferos para los periodistas de Asia y del mundo.
Se sabe que la administración Duterte fuerza el silencio de los periodistas mediante tácticas tales como detenciones ilegales, amenazas de denuncias, acusaciones a través de noticias falsas, violencia e incluso asesinatos. Los periodistas filipinos que se entrometen en las acciones del presidente y los funcionarios del gobierno están en peligro, como sucede en uno de los casos más famosos: la web de noticias Rappler y su fundadora y directora ejecutiva, Maria Ressa.
Maria Ressa es una periodista filipina de reconocido prestigio internacional, con una destacable trayectoria profesional que incluye haber sido corresponsal principal para el sudeste asiático en la cadena de noticias CNN, o el recibimiento de varios galardones por sus logros, como ser elegida Persona del año 2018 de la revista Time por su lucha contra las fake news.En 2012, Ressa fundó Rappler para publicar contenido que daría que hablar, iniciando un importante debate sobre las noticias en Filipinas. Hoy atrae alrededor de 40 millones de visitas al mes y es una de las organizaciones de medios más populares e influyentes del país. A pesar de ser la diana de los partidarios de Duterte, tanto online como en persona, Ressa y los jóvenes periodistas de Rappler trabajan incansablemente para eliminar la desinformación y los bulos que se están constantemente difundiendo en Facebook y en otras plataformas de medios que son creación y propiedad del gobierno.
Tan pronto como se lanzó la guerra contra la droga en Filipinas, Rappler adoptó una postura crítica contra las noticias fabricadas sobre Duterte que se estaban difundiendo desde las compañías de medios administradas por el gobierno. En cambio, los artículos escritos por Rappler tenían la intención de exponer al presidente y los asesinatos extrajudiciales cometidos por agentes de policía y por grupos de vigilancia como el Escuadrón de la Muerte de Davao. Fue esta acción la que inició una guerra legal entre el gobierno y Rappler. Ressa ha recibido varias acusaciones contra su compañía por parte de poderosas instituciones gubernamentales: la Comisión de Bolsa y Valores intentó revocar la licencia para operar de las revistas online, la Oficina Nacional de Investigación acusó a Rappler de difamación cibernética y publicación de declaraciones difamatorias, y la Oficina de Impuestos Internos presentó cargos penales y de evasión fiscal. Estos son solo algunos de los ejemplos del asalto gubernamental al periodismo en Filipinas.
Quizás la situación más notable con respecto a Rappler ocurrió el 13 de febrero de 2019, cuando Ressa fue detenida por la Oficina Nacional de Investigación bajo la acusación de verter injurias y calumnias cibernéticas. Pasó la noche en prisión, ya que la orden de arresto indicaba que no podía ser liberada bajo fianza y no se le notificó previamente su arresto antes de que el NBI allanara su oficina. En una entrevista, Ressa dijo que sentía que el gobierno quería que ella pasara la noche en prisión como una lección y una advertencia para dejar claro el hecho de que el gobierno hará todo lo posible para violar sus derechos y silenciar el periodismo de investigación. “Si cuestionas la guerra contra las drogas de Duterte, te convertirás en el blanco de su diana”, dijo Ressa. “Sufrirás todo tipo de ataques muy personales destinados a que permanezcas en silencio”.
A lo largo de la historia de Filipinas, los actos de tortura y violencia cometidos por la policía, las ejecuciones extrajudiciales y la desaparición de personas a manos del gobierno o de partidos poderosos en el país, se han ido sucediendo impunemente. Estos crímenes contra la humanidad a menudo van acompañados de una agenda para silenciar la prensa y las voces de los ciudadanos. Durante la presidencia de Ferdinand Marcos, se declaró la Ley Marcial, otorgando a los militares el derecho a usar la fuerza para reprimir las rebeliones. Esta acción condujo a 398 desapariciones y 1.388 ejecuciones extrajudiciales registradas durante su mandato. Marcos se concentró en la persecución de periodistas y medios de comunicación para poder seguir inundando de propaganda a los canales locales. Cerró compañías de medios de propiedad privada y tomó el control de todas las formas de comunicación de medios del país, censurando las voces dedicadas a la investigación. En el proceso, varios periodistas y sus familias tuvieron que exiliarse por temor al ataque dirigido contra quienes trabajaban en su campo profesional.
Los problemas que surgen en Filipinas suenan más cerca de casa de lo que uno podría pensar: el imperio español colonizó Filipinas y mantuvo el archipiélago durante 333 años, dejando tras de sí muchas influencias culturales y lingüísticas en la gente. Con el Tratado de París de 1898, Filipinas cayó bajo el gobierno de los Estados Unidos de América, que estableció el marco de la Constitución de Filipinas. En el Artículo III, Sección 4, la Constitución establece que ninguna ley deberá obstaculizar o impedir la Libertad de Prensa. Aunque no se han emitido leyes al respecto, Duterte y su régimen continúan bloqueando a los periodistas críticos con el gobierno.
La situación en Filipinas es solo un ejemplo de la trascendencia que tienen los periodistas que arriesgan sus vidas para exponer las verdades esenciales de las formaciones peligrosas. Filipinas es formalmente una democracia representativa con una Constitución y una Declaración de Derechos; desafortunadamente, estas garantías de protección están siendo esquivadas y eclipsadas por un líder autoritario con una mano muy dura. El 3 de mayo se celebra el reconocimiento del Día Mundial de la Libertad de Prensa; hoy celebramos a los periodistas implacables, como Maria Ressa, por su valentía al hablar contra los regímenes corruptos para desactivar la desinformación. El Día Mundial de la Libertad de Prensa también rinde homenaje a quienes han dado su vida y luchado sin miedo para defender la Libertad de Prensa, un derecho que es esencial para cultivar un mundo informado, culto y libre.