
LA GUERRA DE LOS BALCANES. LA EVOLUCIÓN DEL CONFLICTO A TRAVÉS DE LAS TENSIONES ÉTNICAS
Ante la sentencia condenatoria del Tribunal de la Haya de cadena perpetua a Ratko Mladic por cometer crímenes de lesa humanidad, se rescata la memoria del cruel episodio de violencia que vivieron los Balcanes a finales del siglo pasado.
Balcanes, año 1980. Josip Broz Tito, líder de la resistencia y ex jefe de Estado de Yugoslavia, muere. Comienza la desintegración de Yugoslavia.
Una región caracterizada por constantes conflictos nacionalistas veía en peligro la estabilidad y unidad que había conseguido Tito. En 1991, Eslovenia y Croacia realizan una declaración unilateral de independencia que provoca una respuesta contundente de las autoridades centrales, que no estaban dispuestas a perder dos de sus territorios. El ejército yugoslavo, liderado por Serbia, inicia así una guerra contra eslovenos y croatas. Por su parte, en 1992, Bosnia convoca un referéndum y proclama su independencia, lo que desataría una guerra civil entre los bosnios partidarios de separarse (bosnio-croatas) y los que apostaban por permanecer dentro de Yugoslavia (serbo-bosnios). Todos estos conflictos se conocen como la Guerra de los Balcanes (1991-1995), donde murieron más de 130.000 personas (no hay cifras oficiales) y dos millones tuvieron que huir de sus casas.
Uno de los episodios más sangrientos de esta terrible guerra sería el llamado Genocidio de Srebenica. Esta zona había sido declarada segura por la ONU en abril de 1993 junto a otras poblaciones -como Zepa y Gorazde-, asumiendo así la responsabilidad de proteger a la población civil, al amparo de la resolución 819 del Consejo de Seguridad. Sin embargo, el interminable proceso de delimitación de responsabilidades sobre la comisión del genocidio perpetrado en Srebrenica -por acción u omisión-, y del que la propia organización no quedó excluida, trajo consigo consecuencias devastadoras tanto para la región como para toda Europa.
La masacre de Srebenica tuvo lugar en 1995 y es considerada el mayor genocidio de Europa tras la Segunda Guerra Mundial. En menos de una semana, las fuerzas serbias en Bosnia asesinaron a más de 8.000 bosnios musulmanes que fueron abandonados en fosas comunes. A pesar de que muchas de las víctimas fueron halladas e identificadas, tras 25 años de la sangrienta masacre, muchas siguen desaparecidas.
De este terrible suceso bélico surgen las Madres de Srebrenica una “organización activista por la memoria histórica” cuya misión principal es la lucha por señalar a los responsables de la masacre de Srebrenica. La organización fue fundada en 2001 en Países Bajos por supervivientes de la guerra de los Balcanes en Srebrenica. Con Hatidža Mehmedović a la cabeza (hasta su muerte en 2018), la organización señala la responsabilidad de las fuerzas holandesas en la masacre.
Srebrenica, habiéndose designado zona segura por la ONU dos años antes de la masacre, era considerada responsabilidad de las fuerzas holandesas de las Naciones Unidas. Así, las Madres de Srebrenica denunciaron negligencia de las fuerzas de los Países Bajos por permitir la masacre que sucedería en julio de 1995. Durante el proceso judicial que tuvo lugar en la Corte Suprema de los Países Bajos, el gobierno nacional trató de apelar a la inmunidad establecida por la Carta de Naciones Unidas para las fuerzas militares extranjeras durante un procedimiento de paz, pero fue denegado en favor de las Madres de Srebrenica. La sentencia establecía la responsabilidad de las fuerzas holandesas, aunque esta responsabilidad disminuyó de un inicial 30% a un 10%. Quedó demostrado que al menos 300 bosnios que habían pedido asistencia a las fuerzas de las Naciones Unidas acabaron siendo asesinados por las fuerzas serbias dirigidas por Ratko Mladić. Esta sentencia no fue suficiente para las Madres de Srebrenica, que apelaron el año 2020 contra el fallo de la Corte Suprema de los Países Bajos al Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH).
“El carnicero de los Balcanes”, como es conocido el dirigente de las fuerzas serbias que perpetraron la masacre de Srebrenica, Ratko Mladić, fue finalmente condenado a cadena perpetua por el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia el pasado 8 de junio de 2021. Tras un recurso de la defensa en el que se pedía la absolución o reducción condenatoria del genocida Ratko Mladić, el tribunal ratificó la condena a cadena perpetua establecida en la primera sentencia. Se cierra así uno de los procesos de esta larga etapa que parece no acabar 25 años más tarde.
La guerra de los Balcanes, que tuvo lugar desde 1991 hasta 1995, se posiciona como el mayor conflicto ocurrido en el continente europeo tras las guerras mundiales. Después de 25 años, las tensiones siguen latentes y los Balcanes continúan siendo un territorio amparado por las divisiones. Las diferentes etnias que lograron convivir durante la República Yugoslava y que, tras la muerte de Tito, desenterraron antiguos conflictos, no han vuelto a convivir de la misma manera.
Uno de los episodios más crudos de esta guerra fue el asedio de Sarajevo, sostenido durante tres largos años. Se trata de uno de los asedios y bloqueos más largos y cruentos conocidos en la historia de las guerras modernas, donde se contabilizaron alrededor más de 50 mil mujeres violadas, 12 mil personas muertas y 50.000 heridas, casi en su totalidad civiles.
Como un rayo de esperanza, una muestra de solidaridad internacional, se estableció lo que luego se conocería como el Túnel de Sarajevo o Túnel de la Esperanza, único medio de entrada y salida a la ciudad, regulado por la ONU y por donde entraban medicinas, comida y trasladaban, el algunos casos, a heridos graves para evacuarlos.
La antigua Yugoslavia sigue descomponiéndose: encontramos el caso de la independencia de Montenegro en 2006 o de Kosovo en 2008, con sus dificultades para establecerse como Estado de Derecho y para ser reconocido por la comunidad internacional. Además de estas divisiones, siguen existiendo subdivisiones dentro de los actuales países: es el caso de la peculiar estructura política de Bosnia-Herzegovina establecida con el Tratado de Dayton de 1995, con los bosnios musulmanes en el centro del país, con los serbios en la República Srpska en las zonas norte y sur y la Distrito de Brčko.
Además, las repúblicas balcánicas se enfrentan a la dificultad de integrarse en la Unión Europea (pues, en la actualidad, solo Croacia forma parte de ella) y deben afrontar problemas políticos como la corrupción, las divisiones internas, el desempleo y los problemas económicos.
Tras 25 años de la guerra, los Balcanes son un territorio complejo, con tensiones étnicas y divisiones políticas que deben ser afrontadas en paralelo con problemas económicos de países con ordenamientos jurídicos e instituciones democráticas que aún están en pañales. Los procesos judiciales referentes a la Guerra de los Balcanes parecen comenzar a vislumbrar su fin, lo que podría suponer el principio de una nueva convivencia que ponga fin a los remordimientos del pasado. No obstante, para que esto ocurra todavía falta una inevitable memoria histórica, que recuerde lo ocurrido para que pueda ser evitado en un futuro, pues en el caso de los Balcanes más que nunca cabe recordar que «aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo».