
IAN HANCOCK: “EL PUEBLO GITANO HEMOS DADO MÁS DE LO QUE LA GENTE SABE”
Hoy 8 de abril, Día Internacional del Pueblo Gitano, celebramos su gran aporte cultural, una potente e inagotable producción musical y de danzas que le ha permitido contar su historia de resistencia y dolor por todo el mundo, transformando la escena del espacio musical y la propia memoria de su colectivo al expresar la carga que ha significado sobrevivir a los procesos de racismo y segregación que han padecido a lo largo de la historia. El reconocimiento y celebración de este día se estableció en 1990, en conmemoración de lo que fue el Primer Congreso Internacional de la Comunidad Gitana, celebrado del 7 al 12 de abril de 1971 en Londres, Inglaterra.
La fuerza del pueblo gitano, romaní, cíngaro o rom, radica principalmente en la determinación para trabajar en equipo y en la unión que basa el cuidado mutuo. Así han podido ir abriendo paso a las nuevas generaciones de gitanas y gitanos y han podido dominar los más adversos contratiempos históricos, como La Gran Redada -conocida oficialmente como Prisión general de gitanos- ocurrida en la España de Fernando VI bajo la autoría del Márques de la Ensenada en julio de 1749, o el yugo sufrido en el holocausto nazi, entre otros hechos que solo han buscado su exterminio.
Hemos tenido la oportunidad de hablar con Ian Hancock, Director del Centro de Documentación y Archivos Romaníes (RADOC), quien logró junto a otros tres compañeros el reconocimiento y admisión de los romaníes en las Naciones Unidas en 1979 y, más tarde, la representación ante UNICEF. Hoy es también profesor emérito de la Universidad de Texas, (EEUU), ha sido nombrado Honorable Vicecanciller de la Universidad Internacional Roma en Delhi (India), Delegado del pueblo romaní ante la ONU hasta 2009, es doctor honoris causa de la Universidad de Umeå (Suecia), y de la Universidad de Constantine (Eslovaquia), y recibió el Premio de Derechos Humanos de la Fundación Rafto en 1997 en Noruega y en 2019 se le otorgó la Excelentísima Orden del Imperio Británico por su trabajo a favor de los derechos humanos de los romaníes. Con él sostuvimos una amena entrevista en la búsqueda de esas fortalezas del pueblo romaní.
Al preguntarle qué valores y prácticas podemos aprender del pueblo gitano y reproducir como sociedad, Ian Hancock no dudó en asegurar que el principal recurso es el respeto: “La primera palabra que me viene a la mente es el respeto. Este es uno de los aspectos fundamentales heredados de nuestra cultura. Tenemos respeto por las personas, por las personas mayores, y respeto por la familia, la familia es lo primero; se extiende incluso en la mesa para la comida, en el cómo le hablamos a las personas mayores, el respeto se extiende en todas las direcciones.”
Asimismo, Ian Hancock detalla que “el punto en común que he encontrado a lo largo de los años estando con mi gente en tantas partes diferentes del mundo, es que hay un hilo de unificación, un hilo de unidad que todas y todos compartimos y que está basado en nuestra historia, pero también hay muchas otras amenazas que no compartimos, que son el resultado de nuestra diáspora: personas gitanas separadas principalmente en muchas partes del mundo occidental, que viven en las culturas de otras personas. Por lo tanto, cualquier grupo romaní que pueda encontrar contiene lo que yo llamo la tarjeta de retención directa, es decir, lo que ha sido retener directamente todo lo nuestro desde que nuestros antepasados salieron de Asia.” A lo que también añade “Si bien actualmente las personas gitanas pueden comunicarse con más facilidad entre ellas, a pesar de estar en diferentes países y a miles kilómetros de distancia, gracias al uso de la tecnología e internet, estas mismas herramientas acercan a las niñas y a los niños gitanos a otras realidades, a otras formas, culturas y creencias, pero a su vez, esto puede hacer que mantener su propia lucha y valores sea aún más difícil.” Para ello, asegura que la respuesta que dará más fuerza al pueblo gitano, será la educación: “Tenemos que educarnos en dos áreas: la primera, aprender sobre quiénes somos, cuál es nuestra cultura y nuestro idioma, porque el idioma en España y en Inglaterra ha desaparecido, ahora son solo palabras, no una gramática, solo palabras; y la segunda, la educación tiene que ser el acceso a las características profesionales que necesitamos: necesitamos más abogados, necesitamos más médicos, maestros, profesores, entre otras profesiones”. Para que esto pueda lograrse, es importante repensar y cambiar el sistema de educación y el cómo este se imparte y se promociona en el pueblo gitano.
Ian Hancock, defiende la necesidad de amar y apoyar más al sector cultural gitano, y en este sentido aclara que “Hemos dado más de lo que la gente sabe, particularmente en entretenimiento y deportes, pero el entretenimiento y los deportes son las áreas en las que las poblaciones privadas de derechos pueden participar en la sociedad en general. Un ejemplo de ello también lo son las personas afroamericanas en Norteamérica”.
Para hacer frente a la discriminación racial (que se ha hecho también institucional y llevado a todos los niveles de la sociedad en contra del gentilicio romaní) tanto en España como en otros países de Europa, es clave seguir defendiendo los derechos de este pueblo, exponiendo sus realidades y reconociendo como válida la forma de vida de las comunidades gitanas para que no se desvirtúen su riqueza cultural, su identidad, sus valores, símbolos y creencias, sus tradiciones y su diversidad lingüística, que han sabido mantenerse viajando en el tiempo y por diversos lugares desde el siglo II a.C y que en España llevan radicadas más de seis siglos, dejando huella y haciendo historia. Entonemos entonces con más fuerza su himno: ¡Gelem, Gelem! Ondeemos y llevemos su bandera, que muestra una rueda en sinónimo de tantos caminos andados, de allí su canto: ¡Gelem, Gelem, ese “Anduve, Anduve” que relata su carácter resiliente y errante.
Imagen: Captura Conferencia UC Berkeley.