
DÍA INTERNACIONAL DE LA VISIBILIDAD TRANS
Hoy es el Día Internacional de la Visibilidad Trans y por ello queremos contaros algo que nos ha pasado hace muy poco en Mundo en Movimiento. Como ya sabéis, impulsamos la generación de una ciudadanía global y nos ocupamos de aspectos multidimensionales de las migraciones.
La semana pasada, buceando en el caos y los estragos que estaba generando la alerta sanitaria, nos vimos inmersas en el acompañamiento de una mujer trans migrante seropositiva. Pensamos que gracias a nuestro proyecto en construcción continua Madrid For All encontraríamos luz, pero los recursos están muy saturados y el acceso a las soluciones de emergencia es tan difuso como limitado.
El empleador de esta mujer trans, con el que vivía, la había dejado en la calle y no le había pagado el sueldo que le debía, lo que le dejaba en situación de absoluta desprotección, porque:
- Como mujer migrante en situación administrativa irregular, no tenía derecho a tener una cuenta bancaria, ni a firmar un contrato de alquiler o reservar una habitación en un hotel.
- Como mujer trans, fue rechazada en IFEMA alegando in situ que era un recurso exclusivo para hombres, cuando se está alojando tanto a hombres como a mujeres. Después, acudió al SAMUR, donde fue informada de que solo eran derivadas a recursos de alojamiento las mujeres solas con hijos menores de 7 años a cargo.
Hicimos una queja denunciando la situación transfóbica vivida con el abogado del programa LGTB de la Comunidad de Madrid, Manuel Ródenas, quien presentó la queja y nos puso en contacto con la dirección y subdirección de Igualdad y Género de la Comunidad de Madrid.
Tómate un momento e imagina, en plena alerta sanitaria, no tener casa, ni dinero, ser migrante irregular, ser mujer trans y tener VIH.
Pasó la noche en un hostal, uno de los pocos que quedaban en Madrid abiertos. El resto de hospedados eran hombres. A lo largo de la mañana sufrió agresiones verbales y físicas.
Salió a la calle para esperar en un sitio seguro a que encontráramos una opción mejor. Las vecinas le insultaron desde las ventana, gritando que estaba ejerciendo la prostitución, que no era momento de trabajar y que se fuera a su casa. Llamaron a la policía que, cuando llegó, le obligó a esperar dentro del hostal de nuevo con sus agresores.
Mientras tanto, habíamos contactado muy activamente con 14 entidades. Ninguna podía hacerse cargo, ni ofrecerle un recurso de acompañamiento ni de alojamiento debido, por una parte, a la sobrecarga que hay en todas ellas y, por otra, a que:
– Los recursos LGTBIQ* para solicitantes de asilo dan cobertura exclusivamente a aquellas personas que lleven menos de 6 meses en España y ella lleva en España más de 20 años. Durante este tiempo, había residido legalmente en nuestro país y había tenido un contrato de trabajo como pianista profesional, pero no pudo renovarlo, cayendo en una situación de irregularidad sobrevenida, como tantas otras personas maltratadas por la Ley de Extranjería. Además, en ese momento tenía una pareja que abusaba de su situación irregular y, por si esto no fuera suficiente, también sufrió violencia machista.
– Ella está enferma, había sido recientemente diagnosticada como seropositiva y está en tratamiento con antirretrovirales y antihipertensivos. Según nos relataba, su seguimiento está a cargo de un hospital del centro de Madrid y, de hecho, poseía dos recetas de las azules y sus informes, pero no tenía tarjeta sanitaria.
Intentamos contactar con los centros de salud y con el hospital. Cuando esa receta se acabase ¿quién haría la siguiente? Fue imposible establecer contacto con atención primaria y con la consulta del especialista que la había diagnosticado.
Teníamos muy presente que, por su inmunodeficiencia y su antihipertensión, pertenece a dos de los siete grupos de riesgo identificados por la Consejería de Sanidad e hicimos todo lo posible por seguir actuando bajo el consejo facultativo conocedor de su caso, pero no hubo manera.
Este contexto vital desaconsejaba su derivación a un recurso mixto o con las características de los albergues y/o pabellones que la Comunidad de Madrid está abriendo improvisadamente, sin pensar por un momento en su responsabilidad sanitaria y social. El ayuntamiento, a través del SAMUR, tampoco considera las múltiples vulnerabilidades que acompañan a esta mujer a la hora de establecer sus recursos habitacionales. Como ya sabréis, este recurso lleva años desbordado sin que la administración resuelva su saturación o habilite alternativas.
Ante la situación de alerta sanitaria y tras todo lo vivido estos días, queremos transmitir nuestra máxima preocupación por la adecuación de los recursos a las diversas situaciones y realidades complejas que viven las personas trans, migrantes, con enfermedades crónicas como el VIH o con patologías relacionadas con la salud mental.
Consideramos fundamental que se produzca una flexibilización de los criterios de acceso a los servicios especializados y la diversificación de los recursos que se creen para que se atiendan, en cumplimiento de los protocolos sanitarios, todas las necesidades y criterios adecuados para cada colectivo.
La historia que os hemos contado es una, pero sabemos que hoy, con el cierre sin garantías para las personas que viven y trabajan en los hoteles, clubes y pisos que ha ordenado la Comunidad de Madrid, son muchísimas las mujeres trans migrantes en situación de calle sin alternativa. Una vez más, esta institución -cuya existencia solo tiene sentido para servirnos a todas- actúa sin poner a las personas en el centro.
Ha sido un trabajo en equipo y han sido muchas las personas, colectivos y entidades con las que hemos trabajado duro, a todas MUCHÍSIMAS GRACIAS.
Ojalá la sociedad y las instituciones entiendan y escuchen: la transfobia, la xenofobia y el racismo institucional y social matan todos los días; más aún si cabe durante la alerta sanitaria del coronavirus. Tan duro como cierto.