
DERECHOS LGTBIQ*
Aunque muchos países han experimentado mejoras para los miembros de la comunidad LGTBIQ* a lo largo de las últimas décadas, es imperativo no volverse complaciente en la lucha por la igualdad. Debemos recordar que todavía existen muchos países y religiones que persiguen activamente al colectivo basándose en su orientación sexual, obligándoles a mantener en secreto su verdadero yo para evitar el escarnio, la prisión e incluso la muerte.
También es importante recordar que la aceptación de la comunidad LGTBIQ* apenas ha comenzado a despertar la atención internacional. Hace tan solo treinta años que la Organización Mundial de la Salud invalidó la clasificación de la homosexualidad como un desorden mental y una enfermedad.
The International Lesbian, Gay, Bisexual, Trans and Intersex Association (ILGA) elabora anualmente una gráfica para mostrar la inclusión de la orientación sexual en las leyes de todos los países del mundo. El mapa “Sexual Orientation Laws in the World” (Leyes sobre Orientación Sexual en el Mundo), creado a partir de los datos recogidos por ILGA en su informe “Homofobia patrocinada por el estado” el 10 de diciembre de 2019. Esta investigación revela que en 2020 todavía es ilegal ser LGTBIQ* en setenta países y que solamente el 65% de las personas que viven en un país perteneciente a la ONU pueden mantener legalmente relaciones entre personas del mismo género.
Hay países específicos que son extremadamente peligrosos para los miembros de la comunidad LGTBIQ* debido a sus ordenamientos jurídicos. Trascendiendo a la criminalización y el acoso, en 2020 todavía hay 12 países que utilizan la pena de muerte para condenar a las personas del colectivo: Afganistán, Brunei, Irán, Mauritania, el norte de Nigeria, Pakistán, Qatar, Arabia Saudí, Somalia, Sudán, Emiratos Árabes Unidos y Yemen. Si bien la pena de muerte puede ser legalmente aplicada en todos ellos, en la práctica solo se lleva a cabo en seis de estos países.
Existe una especial preocupación sobre las personas que están en Irán, Arabia Saudí, Yemen y Sudán, ya que allí la pena de muerte se impone con mayor frecuencia. Como informa TASSC (Torture Abolition and Survivors Support Coalition – Coalición para la Abolición de la Tortura y el Apoyo a Supervivientes), “Las personas LGTB son encarceladas y torturadas por los gobiernos, por sus propias familias y comunidades. Son objeto de palizas, son obligadas a practicar actos sexuales y son asesinadas por miembros de sus familias en “muertes por honor”; se sabe que este tipo de asesinatos por honor suceden en Yemen y que se realizan porque la persona es considerada “impura”. Estas peligrosísimas prácticas, así como las consecuencias sociales y las sanciones, son muy dañinas para la comunidad LGTBIQ* que vive en esas zonas.
Al estar sus vidas en peligro, los miembros de la comunidad LGTBIQ* están bajo la amenaza constante de sus entornos y pueden convertirse en solicitantes de asilo y protección internacional. Aunque el proceso de búsqueda de asilo es caro, arriesgado y tedioso, huir de la persecución también es desesperadamente necesario para muchas de estas personas.
Arsham Parsi ha vivido en primera persona el proceso de búsqueda de asilo debido a su orientación sexual. Como gay nacido en Irán, uno de los doce países que mantiene activa la pena de muerte contra la comunidad LGTBIQ*, su vida corría peligro en su ciudad natal. Tras ser descubierto como activista LGTBIQ* en 2005, huyó de Irán por miedo a la persecución. Actualmente vive en Canadá y ha fundado Iranian Railroad for Queer Refugees (Ferrocarril Iraní para Refugiadxs Queer), desde donde trabaja para conseguir protección internacional en Canadá para iraníes del colectivo. “La situación de la comunidad LGTBIQ* iraní es crítica”, dice Parsi, “mucha gente como yo escapa de Irán a otros países para tener derechos básicos y fundamentales”.
Incluso en países donde la ley no se opone expresamente a las relaciones entre personas del mismo sexo, o a personas que se identifican como transgénero, los estigmas sociales y las costumbres culturales pueden hacer que sea muy difícil para las personas vivir libremente. Ambas formas constituyen una enorme fuente de discriminación y violencia que se basa en una justicia paralela y están presentes en los ataques a personas LGTBIQ* en todo el mundo. Profundizando más, descubrimos que los desórdenes psicológicos y emocionales son muy comunes en el colectivo, precisamente por el juicio de las perspectivas exteriores.
Aunque Estados Unidos ha experimentado una aceptación creciente de la comunidad LGTBIQ*, no ha sido hasta 2020 cuando la discriminación basada en la orientación sexual se ha considerado inconstitucional. Las cosas van progresando, también en los países valorados como más seguros para los miembros de la comunidad LGTBIQ*, pero lo hacen a un ritmo demasiado lento. Según psicólogos de TASSC, incluso cuando los solicitantes de asilo consiguen llegar a Estados Unidos, muchos están tan traumatizados por esconder su verdadera identidad durante tanto tiempo, que tienen problemas para vivir libremente allí; además, se paga un gran peaje emocional por trasladarse a vivir a Estados Unidos, Canadá o cualquier otro país, y acostumbrarse a la nueva cultura.
Para Noura Moira, una mujer trans de Arabia Saudí, mantener el silencio fue la clave para su supervivencia. En una entrevista concedida a TASSC, decía que los miembros de la comunidad LGTBIQ* aprenden a convertirse en mentirosos muy habilidosos. “Para sobrevivir en Arabia Saudí”, dice Moira, “tienes que esconder tu yo por completo y asegurarte al 100% de que la persona con la que estás viéndote no es un agente del gobierno que intenta pillarte”. Tanto es así, que un profesor de la escuela de Moira la chantajeó para obligarla a llevar a cabo prácticas sexuales con él, incluida la violación en manada cuando acababa de cumplir 18 años. Durante todo el tiempo ella sintió la necesidad de acceder al chantaje para ocultar su verdadera identidad, para mantenerse viva y a salvo en un país donde la homosexualidad se castiga con la muerte.
Es importante recordar que la lucha por los derechos LGTBIQ* aún está lejos de acabarse. Si bien es cierto que el cese en la imposición de leyes brutales para la comunidad queer depende de cada país, podemos apoyar externamente realizando donaciones y visibilizando las historias de vida de solicitantes de asilo. El Orgullo es un momento en el que debemos ampliar sus voces y reivindicar la protección de las vidas LGTBIQ*.