
CUMPLES 18 Y A LA CALLE: DE TUTELADO A INMIGRANTE
Según el Consejero de Bienestar Social, tutor legal cada menor extranjero no acompañado residente en Melilla, cada niño le cuesta a la Administración poco más de 600€ al mes. Esta cifra se destina en los 5 coordinadores de módulo para los 6 módulos que componen el centro de menores La Purísima, 1 enfermera, 1 psicóloga, 1 trabajadora social, 11 educadores y 55 auxiliares, estos dos últimos grupos sin formación específica. Junto a estos trabajadores, los 600€ cubren el alojamiento del menor, esto es, un colchón individual que en muchas ocasiones se comparte entre dos o tres chicos por los pasillos o en habitaciones de 10m2 donde conviven hasta 8 menores tutelados; 3 comidas al día, aunque el desayuno consiste en un vaso de leche con un poco de pan, y supuesta formación: para los menores de 16 años escolarización en aulas de atención temporal a menores, con la que no obtienen formación reglada por lo que si quieren optar a bachillerato, no pueden; y los mayores de 16 años, la gran mayoría, cursos o programas de formación a los que muy pocos tienen acceso.
Sin embargo estos 600€ mensuales no dan para cubrir el precio de billete del barco una vez el menor cumple 18 años y, con suerte, consigue su tarjeta de residencia temporal. Este es el caso de Fatih. Tras un año aguantando en el centro los abusos de ciertos menores, ver golpes por parte de educadores donde no llegan las cámaras, nada de ropa o artículos de higiene y poca comida, Fatih cumplió la mayoría de edad y ese mismo día dejó de ser menor tutelado por la Ciudad Autónoma. Muchos pasan a ser directamente extranjeros indocumentados y, por lo tanto, ilegales. No es su caso, el logró tener la documentación. Pero de un día para otro tuvo que coger sus cosas, una pequeña mochila con una camiseta y todos sus papeles, e irse. Sin trabajo ya que el centro, a diferencia del centro asistencial La Gota de Leche donde no van MENAs pero sí niñas, no se intenta que cada menor tenga un trabajo para poder mantenerse una vez cumple la mayoría de edad. Si no tiene trabajo, no puede conseguir dinero, a menos que pida limosna o trabaje en la calle limpiando coches a 1€. Si no tiene dinero, no puede comprarse un billete para salir de la ciudad. Y por tierra solo puedes regresar a Marruecos.
“Cuando me dieron al fin la documentación, fui a ver al abogado para poder tener el billete de barco e irme cuanto antes, pero me dijo que él no tiene dinero para pagármelo”, dice Fatih. “¿Cómo puede ser que, si se supone que tutelas a estos menores, eres como su padre; le des una patada al niño una vez tiene 18 y te desentiendes de esta manera?”, critican desde PRODEIN. Fatih tuvo suerte, un amigo le prestó el dinero para irse en el barco al día siguiente. Se compró ropa nueva para vestir ese mismo día, se cortó el pelo y a las 10 de la noche pudo entrar en el puerto de Melilla sin tener que saltar la valla ni huir de la policía. Y un trabajador social le consiguió alojamiento en el País Vasco, lugar con mejor sistema de protección al menor. “Sin ellos, yo no podría irme y seguiría atrapado en Melilla”, Fatih se despidió de todos nosotros y se subió al barco.
Ahora vive con una familia de acogida. Su primer día se lo pasó durmiendo, hacía mucho tiempo que no tenía su propia cama. A partir de ahí empezó a aprender castellano e inglés, y a asistir a cursos de formación para poder aprender un oficio y mandar dinero al fin a su familia, el objetivo de toda esta migración.